lunes, 1 de agosto de 2016

Cartografía de un territorio con pliegues por Fernando Visedo

Nuestro agradecimiento a la aportación realizada por Fernando Visedo a nuestro pueblo, gracias por ofrecernos una reflexión sobre un proceso ciertamente complejo y apasionante. La formación, el conocimiento y el análisis constante sobre el patrimonio nos ha aportado a todo el mundo, un perfil insustituible y que ha alcanzado todos los rincones del mundo.


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Os dejamos un interesante trabajo de Don Fernando Visedo M (Arquitecto). ¡Gracias por el regalo, Fernando!
CARTOGRAFIA DE UN TERRITORIO CON PLIEGUES
Dibujar una cartografía ha sido siempre una empresa apasionante que necesita Tiempo. En una especie de paradoja, es ese tiempo el que condiciona el resultado de un mapa que, una vez concluida la faena, requiere retocar aquellos elementos que han sufrido transformación, envejecimiento, incluso desaparición, lo que obliga a emprender de nuevo un trabajo que pertenece a un bucle que nunca tiene fin.

Además, el dibujo de un plano tiene sus reglas, que deben ser suficientemente claras y universales. En algunas ocasiones esas reglas no son sencillas y existen algunos elementos de la realidad que no pueden ser representados, por lo que es posible que el cartógrafo “haya visto cosas que…el observador…nunca llegue a imaginar”.
Septem Nihil nos enlaza con esta idea del perpetuo retorno. 
Pero es que una geografía llena de pliegues rocosos no puede ser cartografiada con los códigos universales, por lo que podemos considerarla propensa a ocultar secretos.
Ya se ha mostrado así cómo estos dos factores, el temporal y el espacial, han sido desplegados sobre Setenil de las Bodegas.
La imagen erosionada de la Torre del Homenaje, ya reflejada por Hoefnagel, vapuleada además por la falta de valoración patrimonial que ha caracterizado nuestra cultura hasta bien entrado el siglo pasado, ha sido depurada hasta donde ha sido posible con todo el respeto, desagraviando en lo posible las acciones acumuladas sobre la misma a lo largo de varios siglos, en un ejercicio complejo que ha procurado conservar la percepción que se tenía de ella antes de la actuación, en una cita a Ruskin sobre el valor de la ruina.

La historia nunca fue agradecida con la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Tuvo la desgracia de quedar inacabada, en una deuda que nunca llegará a saldarse. Se trata de una historia plagada de errores y de violencia. De la violencia de los disparos de la guerra. De los errores de sucesivas intervenciones que iban cubriendo paulatinamente tesoros de gran valor patrimonial, ocultos por capas de ninguna calidad y de dudoso gusto. De los errores por el descuidado mantenimiento que ha provocado la mayor parte de sus heridas o de los errores de obras realizadas muy recientemente sin las cautelas, procedimientos y controles adecuados que requiere todo Bien Patrimonial, en un retorno a las viejas prácticas, que han provocado ya un daño irreparable.
Con esta complejidad, era necesario mostrar un cierto orden, reduciendo el muestrario de soluciones para intentar ofrecer una imagen armónica, exhumando las columnas, asignándoles su condición perdida con el tiempo.

Se adivinaban las Murallas que cierran la Villa histórica de Setenil en algunos tramos, y afloraban tramos sin valor histórico. Por eso el trabajo ha resultado casi intuitivo y deudor de algún vecino que siempre ha aportado su tiempo y su conocimiento especializado de forma desinteresada, para recuperar la traza y sugerir su perdida robustez defensiva aprovechando los requerimientos de estabilidad de los lienzos y la necesidad de evacuación de las aguas.
A nadie se le escapa que cualquier intervención sobre el Patrimonio lo distancia de la imagen heredada. Cuando toda una Villa es un elemento patrimonial en sí, más dificultad entraña la empresa de actuar para paliar cualquier necesidad del presente. En un proceso depurado para la selección y respaldado por la administración autonómica se eleva la propuesta construida del aparcamiento. La Historia desvela aquí sus enseñanzas para crear un nuevo lienzo de muralla que resuelve el propio aparcamiento y un Centro Cultural que da sentido a una cubierta ajardinada, que aún debe mejorar su conexión con la plaza de la Villa. Se ha creado una ruta jalonada de perspectivas insospechadas que enlaza, como en otros lugares ya existentes, la ribera del río con la Torre y la Iglesia. 

El Centro de Poliorcética Nazarí tiene vocación de anclar a Setenil más allá de sus propios límites hasta la costa de Conil, como así lo fue en el pasado. Esta idea no es excluyente y detrás de esta designación se esconde la exploración de fuentes que amplíen, no ya el vocabulario de nuestro lenguaje coloquial, más rico en Latinoamérica que en la Península, sino la oferta cultural en el terreno de la investigación de disciplinas que abonen el interés por esta zona de tanta importancia histórica.
La recuperación de la Ermita de San Sebastián permite desplazar ligeramente el centro de gravedad territorial del conjunto de actuaciones patrimoniales, invitando ahora a una peregrinación que recupera el carácter consolador de un recinto abierto al caminante.

Es ahora necesario destacar por último que el planeamiento de la ciudad señala una zona de gran valor que conocemos como Los Cortinales, vinculada a la travesía del Guadalporcún, sobre la que recae la responsabilidad de proyectar un futuro esperanzador que está aún latente, atento a conocer el resultado de las intervenciones anteriores a las que dará sentido unitario, y que permitirá acomodar a Setenil con los nuevos tiempos, con los nuevos hábitos de los vecinos y con las nuevas necesidades. 
Setenil de la Bodegas asiste ahora a una situación histórica, sin precedentes. El estado de la Torre, con sus bóvedas amputadas durante el asedio, palidecía ante una Iglesia que emergía inicialmente para caer en una decadencia profunda durante siglos. En una metáfora conciliadora, transcurridos 500 años desde el arranque de su construcción, la Iglesia y la Torre dibujan conjuntamente el perfil robustecido que corona el recinto amurallado, regado por el Guadalporcún y alimentado por La Coracha.
Una actitud decidida tiene sus claroscuros, porque la Realidad es compleja y la Verdad no siempre es evidente. Es difícil evaluar de forma objetiva una actuación sin que haya pasado el tiempo suficiente. Más aún, esa evaluación estará también sometida a juicio con el tiempo “que dará y quitará razones”.
Una restauración es un proceso complejo que lleva años de estudio, de concurrencia de agentes responsables y de varias administraciones, con supervisión de comisiones competentes en materia de Patrimonio. Es un proceso que también requiere dinero por lo que se ha intentado ajustar cada intervención a los presupuestos que permitieran centrar el objetivo.
Una restauración es el resultado de un momento histórico y de una cultura dominante, por encima de opiniones particulares y de gustos personales, incluso los de los propios técnicos, incluso los de los gobernantes políticos, que en el caso de Setenil han sido siempre respetuosos a la vez que celosos del cumplimiento con la Ley del Patrimonio. 

Por tanto, también una Restauración requiere Tiempo. Es el tiempo que ha pasado desde que ya hace años Setenil comenzara a identificar un proyecto de la Villa que abriera horizontes más allá de sus fronteras y de sus pliegues. Un proyecto percibido y construido por sus vecinos, que han designado durante estos largos años a los responsables políticos la tarea de armarlo para hacerlo realidad. 
Es por lo que volviendo al principio, se está dibujando la cartografía de Setenil de las Bodegas que, casi sin darse uno cuenta, se va transformando día a día y eso sólo es posible comprobarlo cuando se recorre a través de la memoria el mapa de aquellos años, un mapa que pertenece a un bucle que, como la propia Historia, nunca tiene fin.
Fernando Visedo Manzanares. Arquitecto






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